HOMBRE QUE PERSIGUE AL RENO.
Para Albis Torres, guardad los
labios por si vuelves.
Una mujer me llama como quien llama a la historia para contarla.
Una mujer que embalsó su amor en una desmemoria.
En una sola y única desmemoria. El olvido.
Bendita luz que la acompaña.
No le pidió el susto a los amores imposibles.
Tampoco se soltó en la rueda que gira en los suspensos.
Albis, trotamunda nuestra, tu nombre no figura en la arena que pinta Dios en el milenio.
No le preguntes tampoco su porqué.
Ya yo lo pregunté.
-Albis, solo descubrí tres tampoco
en ese porqué:
Tampoco te vas a morir.
Tampoco te vas a desamar.
Tampoco te vas a beber.
Una mujer de mis afectos no puede enfriar habitaciones.
Ya se lo dije al desecho de tus originales.
Ya se lo dije a mi San José el habanero.
Y solo escuché al hombre que persigue al reno.
Agradécelo pues, que no se te haya curado el sueño del espanto.
Que no se te haya olvidado el secreto de la esperanza.
Y que todavía estés quieta
pacífica
intacta
sobre los viejos muebles
dócil bajo su carga
disponiendo la vida, mi vida en ti,
mujer que hoy me llamas.
16 de enero 2012
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