BENDITA LUZ

 

 

HOMBRE QUE PERSIGUE AL RENO.

 

                     Para Albis Torres, guardad los                  

                              labios por si vuelves.

 

Una mujer me llama como quien llama a la historia para contarla.

Una mujer que embalsó su amor en una desmemoria.

En una sola y única desmemoria.  El olvido.

 

Bendita luz que la acompaña.

No le pidió el susto a los amores imposibles.

Tampoco se soltó en la rueda que gira en los suspensos.

 

Albis, trotamunda nuestra, tu nombre no figura en la arena que pinta Dios en el milenio.

No le preguntes tampoco su porqué.

Ya yo lo pregunté.

                   -Albis, solo descubrí tres tampoco

                   en ese porqué:

 

Tampoco te vas a morir.

Tampoco te vas a desamar.

Tampoco te vas a beber.

 

Una mujer de mis afectos no puede enfriar habitaciones.

Ya se lo dije al desecho de tus originales.

Ya se lo dije a mi San José el habanero.

Y solo escuché al hombre que persigue al reno.

 

Agradécelo pues, que no se te haya curado el sueño del espanto.

Que no se te haya olvidado el secreto de la esperanza.

 

 

 

 

 

Y que todavía estés quieta

                                  pacífica

                                      intacta

sobre los viejos muebles

dócil bajo su carga

disponiendo la vida, mi vida en ti,

mujer que hoy me llamas.

 

                            16 de enero 2012

 

 

 

 

 

 

 

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NOVELA: "LA PLEGARIA DE LA YERBABUENA"

Una noche la encontró en un banco del parque durmiendo envuelta en una estola violeta, un jazmín se desprendía de su boca entreabierta.  Su perro con cara de buen guardián la custodiaba.  El silencio era muy quieto. Solamente los árboles lo suscitaban.

 

El perro gruñó ligeramente, pero dejó a un lado su reclamación de guardián moviendo la cola como si aceptara al que llegaba.  El hombre la dejó dormir, y solo se sentó pasivamente en otro banco.  Pañuelo no supo de su presencia, soñaba demasiado lejos para conocer del hombre.  En ese sueño subía y bajaba peldaños de una gran  escalera, y cuando llegaba al último  peldaño veía un enorme espejo rosado.  Nunca lograba ver su imagen.  Era otra muchacha bien distinta quien aparecía como  imagen mostrando una desnudez tiernamente pasiva. Que solo se realzaba por unas letras oscuras que aparecían sobre su cuerpo.  Pañuelo quería leer el aviso del otro cuerpo y consiguió en el sueño palpar el espejo.  Solo entonces las letras oscuras se llenaron de luz,  y con una escueta sonrisa la muchacha dejó entrever su letrero... Soy un animal izquierdo.

 

Se despertó muy trágica del sueño,  pero con una prueba exacta de su infancia. Y aspirando la humedad del parque,  expulsó como lanzando al vacío, aquellos sueños de caprichos imaginarios.  El parque siguió en silencio, aceptando aquella utopía.  Aclaraba así que su espacio era una vieja profesión que no devela los secretos de nadie.

 

El perro con todo su derecho de compañero,  y convencido del recelo en la custodia, y de su lugar en la tierra, se dejó acariciar por Pañuelo. Ofreciéndole así una fidelidad más de su inocencia.  Envuelto en la estola violeta y sin hablar de trampas ni traiciones, cruzando quizás por encima de todos los argumentos, de todos los sueños y de todos los apuntes de la vida de Pañuelo, se quedó dormido.

 

Ahora Pañuelo volvía, aprovechando el silencio del parque,  a meditar sobre el secreto del espejo rosado.  Buscaba la causa de ese sueño que tanto la perseguía, culpando siempre  con ridículas amenazas al inventor de su signo Tauro.

 

Enrollada en su estola y con el perro como único superviviente de su memoria. Quizás algo estática y con la mirada escapada en el parque al fin se convenció de la causa: Estaba detenida en el tiempo. En su tiempo de infancia.  Y buscó una idea o una palabra que la ayudara a desvirtuar ese raro tiempo en la muchacha del espejo rosado.  Discurrió, se confesó... Pero no encontraba a ese animal izquierdo,  aunque si se reconoció en él con sus propios fracasos, con sus propias  farsas, con sus propias aventuras…

 

El hombre seguía inmóvil. Recogido en sus reflexiones.  Solo las hojas secas de los árboles lo hacían despertar de sus irrealidades.  También meditaba pero sin fijeza alguna, agradeciendo estar allí, por encontrarla dormida en su escenario de sueño, sin lamentarse siquiera de su sacrificio de guardián.  Otro guardián como el perro, pero con otras imágenes. Flagelándose por el ansia de encontrar nuevamente a María en el parque.  Incapaz de crear una nueva reprimenda que hiciera que su María abandonara para siempre el pervertido deseo de dormir en los parques.  Sin todavía entender que María era un virus, un tatuaje… Una líder de sus milagrosas subsistencias.  Empeñada solamente en regalarle a Dios una de sus hojas mugrientas, y que la aceptara. Eso era lo fundamental para María.  Que Dios necesitara de su obsesiva existencia para clavar la vida.

 

Con ese recuerdo inevitable se estremeció, y una conmoción interna ahora estaba muy nítida en sus imágenes.  María con todas sus tonalidades estaba allí: inconfundible, consciente de su perfección.  Torneada su piel y su textura. Y por encima del encaje del blúmer una pequeña ventanita del pubis.

 

El cuerpo de María le llegó como un suceso místico, y con su siempre perfil femenino se le apostó en sus ojos.  Su olor sexual, penetrante como una máscara de cerámica: caliente, anunciándose.

 

Un sonido que ya no sabe si siente o no lo siente. Y el hombre allí, sentado en su parque,  acariciando con los ojos los senos de María.  Uno senos que punzan como instintos felinos, para que la reconociera única. Muy única en el ritual como siempre.  Después la vio quitarse, sin apagar la luz y sin desdoble alguno, toda su ropa, buscando así esa doble sensación como un sacrificio salvaje de éxtasis.

 

Por eso sus ojos delirantes se quedaron agarrados duramente a la hendidura del pubis de María, el vicio como una inocencia concebida se fue estallando en su pecho.  Entonces se adentró sin disfraces en el sudor de María, entrando y endulzándole el alma.  Penetrándola.

 

Pañuelo abrió los ojos sin ningún interés.  Sus anhelos, sus culpas y sus dudas ahora estaban en el parque. Y se mantuvo en silencio, queriendo romper así dolor, miedo y enigma en aquella quietud.  Pero estaba incómoda.  Los recuerdos la comprimieron sobre su espalda, y sin avergonzarse de sus lágrimas le habló al perro con mucha angustia.  Este la miró tratando de evitarla con ojos insignificantes. Convencido también de aquel mundo mágico que ella lamentaba.  Ese mundo que solo él apadrinaba guardándole sus secretos.

 

Y se quedó un rato más acostada en el banco disfrutando de aquella sensación de perro y parque.  Suspiró ligeramente buscando con la mirada una de sus quince estrellas, y extendió las manos hacia el cielo sintiendo que el corazón le latía en los oídos como un sonido frágil o como un olor desconocido.

 

Acurrucándose más fuertemente junto al perro emitió un aullido bajo como si estuviera encerrada en una gaveta,  y tocó con el dedo índice la oreja del perro.  Sintiendo así que la sonrisa le llegaba al verlo como un pollito dentro de su cascarón.  Y cantándole una melodía lo arrulló, éste le siguió el juego moviendo su cola como un escape de la felicidad a veces triste de Pañuelo.

 

El hombre estaba preparado. Desde su ángulo veía como Pañuelo apretaba los dientes para no gritar.  El parque no le prohibía a ninguno de los dos el perdonarse sus culpas y sus miedos. Estaba allí como un animal que no cambiaría nunca su estrategia.  Pasando de un olor a otro apenas perceptible, pero estático.  Mirando, oyendo… Oliendo.

 

Pañuelo sentía todo aquello como un castigo. Y se reprimió batallando por ser buena para no recibir palmadas en las mejillas, para no estar encerrada en un cuarto con la única luz de la neblina.  Luchó sola y en el parque para no disolverse, para  no convertirse en una burla. Para perdonar a sus pecadores.

 

Pero le resonaba en los oídos algo muy estruendoso: su repugnante infancia. Y respiró con la boca bien abierta tragándose el llanto y la conciencia. Respiró para vivir y no morirse sin infancia.  Guerreó.

 

 Deslizándose afuera de su estola se sentó en el banco con las manos apoyadas en el mentón.  Buscando ensayar en esa posición una nueva forma de esperanza.  Por lo menos más elegante.  Más digna.  Más pacifista.

 

El hombre dejó su rastro de colilla apagada en el banco y vino a su lado.  Se observaron espaciadamente, pero dispuestos a aceptarse con sus burlas, sus malas formas y sus perfumes baratos... Se descubrieron sin abusar del parque.  Al parque no lo podían abandonar porque era la única puerta abierta por donde ellos lograrían pasar con más cuidado por la vida.

 

          _ Ven conmigo para mi isla...

          _ Tu isla no borra mis depresiones. Contestó con

              sus manos todavía  apoyadas en el mentón.

 

Pero ella no sabía de mapas, ni de geometrías.  Pañuelo sabía de otros refugios donde los aromas eran sudores baratos, hierbas machacadas y salivas malolientes.  Baños con terrorismos pintados y mujeres madres abortando dentro de  esos mismos baños.

 

El hombre no cambió de posición.  Sabía que Pañuelo anunciaba su dolor con demasiados dramas.  Se obligaba a ser más desgraciada que las otras,  porque sus actos repetirían su yo hasta el final.  Hasta su propio y mismo final.

 

Y esperó el soplo de Pañuelo.  Un soplo como el de María, cuando desgraciada o feliz corría contra sus combates personales. Incapaz de extender un solo dedo contra su parque a veces desierto.  Por eso la espera.  Pañuelo debe ser parte de la escenografía del parque para llevarla al refugio de su isla. Al refugio de su vida.  Necesita, como María, ser desgraciada o feliz y también correr contra esos combates personales.  Contra esa infancia.

 

Pero a Pañuelo se le ocurre que el hombre la está rehaciendo. Y siente que su propio cuerpo está aparte, lejos. Distante del parque.  Ve como una luz rosada,  y sabe que el hombre le está dando otra vida para su isla. Para su mundo.

 

- He descubierto que puedes ser un dios porque

    consigues dibujarme con azogue...

 

El hombre se sonrió cerrando los ojos. ¡Por fin la paz!  Ahora pupila y pupila en un mismo banco del parque.  Perro en su diestra.  Muslos de pubertad dentro de sus sentimientos.  Compases en el mismo banco. Y el parque como profeta bíblico, dispuesto a la alegría. Acariciando isla, puertas, recuerdos. Vida.

 

Y volvió a despertar del otro sueño con otra prueba más exacta de su infancia.  Y aspirando humedad trató de expulsar nuevamente aquellos caprichos imaginarios.  El hombre seguía en silencio, él aceptaba aquel sueño utópico de Pañuelo. Demostrándole así al parque su espacio de animal izquierdo. Ahora dormido...

 

CUBA, 2011.

 

 

 

 

 

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LITERATURA INFANTIL "LOS PIMPORITOS DE AZÚCAR"

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

ANA MIRIAM TIENE LO OJOS VIOLETA.  Y UNA NIÑA CON LOS OJOS VIOLETA COMO LOS DE ANA MIRIAM ES UNA TEMERIDAD.

 

 

ESTO QUE ESTÁ AQUÍ ES UN ATAQUE DE RABIA DE VILMITA.  JOSÉ ALBERTO TIENE UN COLOR PREFERIDO: EL VIOLETA.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

JOSÉ ALBERTO Y VILMITA ESTÁN ESCRIBIENDO EL LIBRO TITULADO "LOS PIMPORITOS DE AZÚCAR". 

 

NO DEJES RECADOS.  SOMOS ESCRITORES Y NECESITAMOS ESTAR ALETARGADOS.

 

 

 

BREVE NOTITA PARA OLALLA:

NO TE APAREZCAS CON MÚSICA NUEVA. 

LA GRABADORA TAMBIÉN ESTÁ  ALETARGADA.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

POR MUCHO QUE LO DISCUTIERON,  FUE JOSÉ ALBERTO QUIEN LE GANÓ  LA COMPETENCIA  DE HISTORIA* A VILMITA.

 

ES CIERTO, EL CIEMPIÉS ES UN ANIMAL RETROGRADO,  PORQUE TODAVÍA TIENE QUE USAR MÁS DE 99  PARES DE ZAPATOS.

 

 

 

 

*LA COMPETENCIA DE HISTORIA:

LOS MONOSABIOS NO SON ESOS MONITOS CON ESPEJUELOS QUE VEMOS EN LA TELEVISIÓN MUY A MENUDO. 

LOS MONOSABIOS SON LAS HORMIGAS MACHOS QUE NO TRABAJAN NI OBLIGÁNDOLAS,  PORQUE SON UFFF… INTELIGENTES CANTIDAD.

 

 

¡ESTO NO TIENE NI NADA NI MENOS QUE VER NI QUE SENTIR CON LA COMPETENCIA DE LA HISTORIA!

¿QUIÉN FUE QUIEN LO ESCRIBIÓ?

 

 

 

 

 

 

 

¡ESTE CUADRO ES MUY GRANDE PARA MÍ!

VILMITA.

 

 

 

 

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COMO UNA BESTIA PERO SIN SON

COMO POR ARTE DE MAGIA.

 

 

Mi vecino trajo un marajaibo para su patio. Todas las noches el marajaibo canta.  Pero por el día no hace más que llorar y llorar.  El marajaibo es un animal horrible, pero es la única forma que tiene mi vecino de demostrar que él es más marajaibo que el propio marajaibo.

 

Los paseos nocturnos del marajaibo son un deleite. Melodías tan exquisitas como las grandes sinfonías de Mozart te las entona que no piensas ni por un momento que te acostarás a dormir, pues es como si tuvieras al mismo Mozart haciendo de las suyas con sus chelos, oboes, clarinetes y teclados… Para no decir su olvido.  Porque de Mozart  cuentan cadas  historias que son peores que las del marajaibo, que dicho sea de paso le han puesto hasta un nombre de bautizo.  Lo llaman el Guarajito. 

 

Entonces, Guarajito para aquí y Guarajito para allá.   A toda hora y en todo momento, mucho más en el día que es cuando le entra la fiebre del llanto.  Un llanto que es colosal, fuera de temporada.  El marajaibo se desborda que es un río con todas sus turbulencias.  Todo parece que es su catarsis, o quizás (pienso yo) que sea la de su propio dueño que le ha hecho tanto daño a la humanidad que le recae como un clavo en el propio corazón al humilde marajaibo.  Y de ahí que no pare mientras el sol esté en su más puro alumbramiento.  Permita la virgen de la Magdalena que al marajaibo se le acabe este dilema porque a mí y a todos los que estamos por acá nos tiene a puro destrozo.  Ya estamos que lloramos a la par con él, es tanto el dolor que tiene por dentro que se esparce como una espuma de mar dentro de la tierra.  Llanto por todo lo que chivatea su dueño, llanto por todo lo que roba su dueño, llanto por los pases de golpes que le da al hijo su dueño, llanto por todas las mentiras que aporta a la humanidad su dueño, llanto porque no lo alimentan casi nunca, llanto porque lo someten a caminar durante el día horas y horas …

 

De ahí que el marajaibo cante toda la noche porque siente que toda la sucia opresión que le meten en el día se esparce, se irradia, se sale de su contorno.  Y llega lo que comúnmente llamamos la libertad del marajaibo. Sonríe, baila, bebe… Y tiempla, porque el marajaibo ya es un inteligente.  Ha tenido que aprender tanto con su tristeza dentro, que no hay gallo que se le escape, ni gallina, ni perro o perra...  El  marajaibo es como su dueño, un clásico maniático, lleva el hermafrodismo por dentro y lo oculta que es una de las mayores trampas que le ofrece a la sociedad.  El sabe que si vale tanto no es por gusto.  El sabe que si muy pocas personas tienen un marajaibo paseando en sus patios no es por gusto.  El sabe que si solo los personajes grandes son los dueños de los marajaibos no es por gusto.  De ahí que goce ese pedacito de vida que Dios le ha regalado hasta lo último.  Lo exprime con un delirio atroz, es por eso que por la noche canta y por el día llora, porque no quiere, no puede, no desea enseñarle a la sociedad que es un desgraciado hermafrodita que se dispara al que se le ponga por el lado, por el frente, por la espalda… O por donde le venga.  Ese no es su desengaño, esa es su virtud.  Y no digamos que no la goza porque es  un mago en eso.  Nadie pero nadie se ha dado cuenta de ello. Solo yo que ando como el marajaibo, de noche a noche, lo sé todo.  Inclusive el canto del marajaibo me ha servido hasta para inspirarme en mis poemas.  Me bajan unas musas que son indescriptibles pero muy buenas.  Buenísimas.  Durísimas.  Entonces la poesía se me pone calentita como el mismo canto del marajaibo. Me suben y me bajan unos gorgojeos que he tenido que silenciarme yo misma con un caramelo en la boca porque si me dejo con estas musas dentro la gritería fuera más que la del mismísimo marajaibo.

 

Pero hay algo prodigioso en todo esto: Mis poesías quedan escritas  de rechupete.  Premiadas, diplomadas, y hasta una,  dos y tres se han hecho la gran best seller. De ahí que el canto del marajaibo a mi me conviene, en cierto sentido.  No en todo, porque el pobre, el día lo tiene que mata a todo el que le caiga cerca.  Es entonces que hay que huir, porque el día lo llora recordando que cuando en la noche no canta es porque el dueño le enseña cómo se baila al compás del son.   Y se lo enseña muy fuertemente, con unos exorcismos atrevidos que ya pasan de la raya a cualquier marajaibo. Mucho más a éste que ya se siente infeliz,  porque le ha tocado un dueño que no conoce de libertad  y lo encierra.  Pero no lo encierra para que deje de cantar, lo encierra para darle el compás del son a puro galope.  Se le sube, se le baja, se lo mete, se lo saca… Se lo chupa.  Pobre marajaibo encantado es la única vez que llora de noche.

 

Ya el marajaibo hasta lo está pensando.  Liquidará a su dueño.  Lo sacará de circulación en cuanto madure un poquito más la idea.  Lo va a esperar en algún sitio con mucha paciencia, porque el marajaibo es una eminencia inteligentuda, tiene un almacén de datos dentro que no lo tiene nadie en el planeta tierra.  Lo esperará y después se dejará arrastrar como siempre lo ha permitido. No existirá riesgo de error, no puede existir porque dos cabezas juntas dan más luz a la vela que una sola.  Por supuesto, la otra cabeza es la mía que detesta perder el canto del marajaibo, porque simplemente su dueño se le encarama sin contrariedad alguna con su lámpara doméstica a baja luz para sentir y ver cómo se viene su estupendo marajaibo, que bastante que le costó.  Cosa ésta que muy pocos han logrado porque un marajaibo es un caso único sobre la tierra. Un marajaibo es como la estela de un cometa, no se huele pero se ve.  No se toca pero anda. No se deja fotografiar pero existe.  No se escabulle pero vuela… Y cuando vuela es porque mata.  Asesina, suicida… Liquida.

 

Muy pocos científicos han logrado examinar los tejidos de un marajaibo, porque en el peor de los casos estos eminentes han salido destrozados.  Muertos casi en su mayoría.  Lo único que entiende un marajaibo es que él nació sobre el planeta tierra para ser leal.  Y pobre del que le quite ese tipo de entendimiento. De ahí que ya sabe que puede contar conmigo para lo que sea porque yo también nací leal.  Y se me está acabando la reserva, me queda tan escasa que le tengo miedo a mi propia actitud. Le tengo pavor a que si sigue ardiendo ésta rabia sobre aquel borboteo benigno que me fue común en "La Hija del Agua" ahora no se me aparezca más, y me descubra como una leona siguiendo la huella de quien trata de vedarme.

 

Y como el marajaibo y yo vivimos en el mismo distrito con una sola señal recíproca que me haga ya tenemos el enlace pactado.  Me vendría de maravilla que ya el marajaibo lo tenga todo bien consumido, todo bien estructurado para quitar del camino a su dueño, que montado en sus multicolores caballitos (porque no resiste el veloz viaje de las montañas rusas) quede acabado no a cuenta de golpes y porrazos, sino a cuenta de que descubran que su gran secreto es el mismo marajaibo.  Un secreto  que le encantaría conocer a muchos de los que viven en este distrito,  que muy a menudo lo distinguen como un gran caballero.  A cambio de esto reciben un sinnúmero de ofertas.  El dueño del marajaibo tiene el distrito de esta ciudad comprada.  Siempre anda en la busca de nuevos atuendos.  No cabe duda que quiere ser como el marajaibo, esbelto, bello… Adonis.  Jamás lograrlo.  Tiene demasiado rojo en su contorno.  Es un cabrón demonio.

 

El marajaibo ha traído un centenar de salchichas y las ha colocado por todos los lugares, ciertas copas de champán también han aparecido como por arte de magia.  Serpentinas y confeti al estilo de los carnavales decoran alegremente el lugar.  Tiene que demostrarle a su dueño que se ha pasado la vida como un miserable, pero que ahora que le llegó el don de la abundancia puede satisfacerlo a él en el todo,  a sus familiares y a las amistades también.  Y no escatima, hasta le trajo una casa de la más alta burguesía, una decoración interior con estilo primaveral, un servicio de vigilancia permanente, tres autos del nuevo milenio, aparatos de diversión controlados por sistemas electrónicos de la más alta calidad… Y también trajo una  alegría permanente porque se ha pasado su puta vida de pie y realizando energúmenos trabajos sin interés alguno. Pero ahora que todo lo puede, la cosa será distinta.  El marajaibo sabe que ahora sí todo está en sus manos.

 

El marajaibo tan avispado como siempre me ha escogido a mí como la supervisora principal de vigilancia. Hemos tomado el mismo camino.  Vamos a matar al dueño.  Solo falta la señal de nuestra recíproca coincidencia. Espero que sea esta noche.       

 

18 de septiembre 2011

 

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MI ABUELA SOÑO CON SER MAESTRA

"EN UN ABRIR Y CERRAR DE OJOS"

 

Próximamente se reconocerá al cubano por su típica jerga.  Hoy en día el vocabulario de la chabacanería ha adquirido una gran clientela, y no hay jefe, ni hombre pobre, ni gente de abolengo que se escape de ésta.   Sería justo capturar esta etapa tan cubana a su vez, y enmarcarla como una réplica brillante de lo que también ha provocado el sadismo actual y vigente en nuestro país. 

 

Cuba tiene el triste privilegio de ser el primer país que cambia su exquisito idioma natal por un dialecto que va desde el: "qué bolá, asere…" hasta el "qué pasó asere."  El español, moribundo ya como idioma, se excluye y entra en partido revolucionario (como otro más) la nueva corrupción de métodos atroces de la hoy "lengua cubana".

 

El agrietamiento del vocabulario es tal que ya se formula la idea de incluir un diccionario exclusivo para tales palabrerías guerrilleras que se cuecen como un resultado más de la política vigente, la corrupción, la inflación burocrática, la violencia, el hambre… el terrorismo.

 

Me duele destacar que ya el líder, casi moribundo y bien llamado idioma español, pierde casi todas sus fuerzas hasta dentro del propio régimen de enseñanza educacional de la isla.  Pues las escuelas cubanas se han convertido en un abrir y cerrar de ojos como la cantera más protagónica y predilecta de estos sucesos igualmente graves.  Y no falta hoy quien diga entre profesores o alumnos: "Mi socia, mira pa ese mango…"  "Mi ambia, dime qué bolá…"

 

Seremos ahora y nuevamente los testigos únicos de otro nuevo sobresalto cubano que cada día toma más auge y poder.  Pues el trágico final del Español cumple en estos momentos con el doble papel de arma política y de credencial.  Ya que es usado no como tono de burla de cualquier cubano, sino como puesto fijo.  Y está determinado a dominar y a capturar también a cuanta verborrea posea el ambiente cubano, tan manido ya en sus otras réplicas de movimientos sindicalistas y fervores políticos y partidistas.  Para así, con su indocilidad, demostrar el creciente deterioro  actual no solo del apogeo linguistico...

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EL COLORÍN COLORAO, DE MI LIBRO "HILO PARA TU BOLSILLO"

 

Un muerto  enamorado.

 

  

 

 ¡Ay, mima, qué bien te queda esa cajita. 

 

 

 TIBOR.

 

 

 

 

Patrimonio familiar heredado por Severino.  Lo usó constantemente en sus madrugadas de carga alcóholica.

 

 

INFIDELIDAD.

 

Tomó su corazón por el cuello estrujándolo hasta hacerlo cenizas de amor.

 

 

 

EXCUSA URGENTE.

 

Porque te creo y me crees ya no tenemos más nada que decirnos.

 

 

TRABALENGUAS DE TUMBA.

 

Cuando pienso que piensas qué pensaré al salir de aquí, pienso que hay un error en el pensar tuyo, porque yo seguiré pensando para que otros piensen que soy un pensador, y tú pensarás que nada de lo pensado ya tiene pensamiento.

 

CORNUDA.

 

Jacinta era cornuda de nacimiento.  Se obstinó tanto, pero tanto que arrendó dos alas y se convirtió en dragoncinta.

 

MEMORIAS.

Aquí yace Cirila Gutiérrez, actriz de patrimonio libre.  Diáfana como su propia virginidad.  Murió por la protesta de un status social.  En su epitafio se puede leer:

          -CIRILA: DE NADA VALIÓ QUE ESCRIBIERAS 

            TU LIBRO "Marcapasos para un gay". 

                    

                                      PROTESTANDO,

                              TU COMPROMISO TERRENAL

                                                  -Facunda-

 

 

RECATO.

Todas las mañanas Griselda se levantaba a surcir su virginidad.  Pero, ocurrió ayer –sin preámbulo- que se acabó el recato.  Consiguió un hombre, y encerrándose en su cuarto mató de un solo golpe tanto hilo surcido.

 

 RESTRICCIÓN.

 

Queda restringido en áreas verdes el uso del condón.

 

 

 

 

 

 

 

 

CHISME.

 

Psss... que  por ahí viene... 

 

 

 

 

 

 DISCURSO DE SATISFACCIÓN.

 

  

Dssh... Pedro ¡ay, Pedro! ¡qué rico, Pedro! ¡Cuidado, Pedro!  Dssh... Pedro ¡Me duele, Pedro...!  Sigue, sigue, Pedro... ¡Ay, qué rico, Pedro!  Dale, dale, Pedro...  Pedro dssh, Pedrito dssh, Pedrito dssh.  Despacio, Pedro, despacio.  Ahí, ahí, ahí... sigue Pedro, Pedrito.  ¡Nooo, ah, ah, ahhh, a a  aa h  hh  hhh, Pe  e  d r  o  o  o!

 

 

 ORGASMO CONTRA EL PISO.

 

 ...Puaf!!!

 

 

 

EDÉN.

 

Adán y Eva no estaban pecando por su manzana, sino gozando como Dios manda.

 

 

 EL SOL.

 

 

Chrrr        chrrr         chrrr...

 

 

14 DE FEBRERO.

 

El amor es querernos tanto, pero tanto que nos falte el aire...  ¡SUÉLTAMEEE!

 

 

 

SATISFACCIÓN DEL PRESENTE, ESTUPIDEZ DEL FUTURO.

 

¡Al fin solitos!

 

 

 

 

 

 

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