OH, TIERRA MADRE, PERDONAD AL ACAMPADO.
A: José Luis Olsuna, en su clamor de susto sin pistola.
Todo el tiempo te veo
con un caballo tártaro
sobre tus dedos de pianista.
Tanto de lo que abrigaste:
La carta de amor en Belén
El poema de las tres delicias
La canción infantil de tu zarcillo
No acampan como un Zar
sobre tu libélula ciudad de embrujo.
Y hoy que de hecho ya eres un espejo de faro
que se escapa
Pido permiso al hedor de un gran guerrero
para que no se mortifiquen los duelos de tu alma.
Para que no haya herrumbre sobre tu moneda de emperador.
Ahora solo falta que la esencia del loto te ilumine.
Así lo espero yo,
que fui el adiós de tus muchachas
con faldas rojas en Escocia.
Así lo espero
como a ese caballo tártaro
que ha subido mansamente hasta las uvas de mis senos.
31 de octubre 2011
0 comentarios:
Publicar un comentario