PARA CONOCERME MEJOR

 

EDITORIAL ATOM PRESS, ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA.

MIS LIBROS

 

 

LA HIJA DEL AGUA

https://www.createspace.com/3456412

 

http://www.amazon.com/hija-del-agua-Spanish

 

MUJERES RARAS

 

https://www.createspace.com/3469038

También se puede encontrar en atompress.org, bajo el folder Erótica.

 

ANA DE MIS AMORES

 

http://www.amazon.com/amores-Spanish-idania-bacallao-iturria

 

EDITORIAL: Atom Press Storefront

 

SITIO WEB: www.atompress.org

 

SE VENDEN EN: amazon.com   ó en createspace.com

 

 

MY BLOG:

 http://idaniabacallaoiturria.blogspot.com.es/

 

 

 

 

 

 

 

ESCRITORA, IDANIA  BACALLAO ITURRIA

CUBA. 2013

 

Category: 0 comentarios

MUJERES RARAS

 

Y TÚ QUÉ HACES DE NOCHE

 

                                           A Hilda Álvarez, enigma de olor en su misterio.

 

Es de noche, el cuarto se ha contaminado conmigo. Hay en la atmósfera un árido presagio de terremoto. Y yo estoy a punto de gritar. Pero me siento.  Escucho la voz de una mujer a través de la radio. Me gusta. Mi cabeza gacha comienza a levantarse sin proponérmelo. La mujer se llama Hilda y reflexiona sobre temas de sanación.

Alzo el volumen para sentirla más cercana. Por alguna inaudita razón,  beso la bocina del aparato de radio. Son normales en mí tales extravagancias. Pero ella no lo sabe. No me conoce. Así que si me viera, quizás me consideraría loca.

Si estuviese en mi cuarto, podría averiguar por qué parezco un capullo en la esquina de mi cama cuando dice que hierva la canela a las seis de la tarde para que bajen los ángeles al cuerpo.  Subo con ella a ese hilo de continuidad esotérico y su timbre de voz me envuelve en un encantamiento más carnal que espiritual.

Me gusta ese sueño sobre el universo. Hilda se convierte en Dios mujer.  Me dejo llevar.

El polvo de la canela cae dentro del agua formando una película en la vasija.  Atontada como estaba quedé mirando el rostro de mujer que aparecía en aquella película olorosa, que invadía mi cuarto recomponiendo mi ánimo. Solo Dios sabe por qué atajos llegué a la conclusión de que ese rostro era el de Hilda. 

La canela se ha esparcido y los labios de Hilda se muestran con una sonrisa contagiosa. Yo también sonrío. Pero lo hago con miedo. Como si fuera una condenada de años y ahora el aroma de la canela me concediera la libertad.  Desde que escucho a Hilda estoy percibiendo ángeles a mi alrededor. Ella es la voz de mi silencio interior.

Añoro envolver a Hilda en un abrazo. Sé que pronto seré una mujer distinta. Ya lo leo en la canela como un anuncio de los ángeles. Pero añorarla ya no me basta. Su aroma vuela dentro del cuarto y yo vuelo con él. Lloro entre los brazos de Hilda.

Hilda sabe que estoy despejada pero solo a medias. Sabe que aún guardo el frío de la isla, por eso habla y habla entre chistes, experiencias, comentarios… Su voz es bálsamo.

Se ha vestido demasiado bien para enseñarme su mundo. Yo rezo en secreto pidiéndole una ondulación al universo para que me transporte a esa dimensión de paz llamada Hilda.

Pienso que es más fuerte la costumbre de la carencia que el amor mismo.  Hilda está llena de proyectos.  Yo estoy llena de miedo.

Suena el teléfono. Pienso que es Hilda quien llama para felicitarme. Porque he logrado que bajen los ángeles a mi cuerpo.

 

 

 

 

ESCRITORA, IDANIA  BACALLAO ITURRIA

CUBA. 2013

 

Category: 0 comentarios

MARGARITA SIN TRAGO

 

 

LA NOCHE DE LA MARGARITA

 

Después que se hizo de una historia, la margarita se tomó doce benadrilinas y se acostó en espera de la muerte. No iba a lograrlo, porque expulsó todo en sus heces fecales.

 

De ahí que se prometiera ser, no sin mucho apuro, una líder de laboratorio.

 

Y tampoco lo consiguió.

 

Se fue en una lancha de verano a pasear por las costas húmedas de Miami. Eso sí lo logró.

 

Ahora espera, también sin mucho apuro, que los papeles estén en regla para levantar el vuelo, sin tomar benadrilina, rumbo a España, un sitio que le ha fascinado desde que conoció a un tal Juan Luis, un español que había pretendido demostrarle, en el malecón habanero, que mamar no es fácil pero tampoco difícil.

 

No se lo creyó del todo pero supo decirle que sí. Y ahora se iba a verlo en la puerta del hotel donde él la había citado para enseñarle que España tiene sus atributos. 

 

Con cierto rubor en el rostro, que no era de colorete ni de marca registrada en los cosméticos,  se dejó dar el beso de llegada. 

 

Juan Luis, no sin mucha discreción y, con cierto enturbiamiento en los ojos, le pidió que subiera. La habitación era de las caras. Sintió que le había echado un baldazo de agua para enjuagarle el cuerpo con suficiente jabón y espuma blanca. Pero así  y todo, una bocanada de vapor le electrizó el cuerpo porque le llegaron  los recuerdos de Cuba, donde tuvo que ponerse una calabaza en la cabeza y caminar casi todo el malecón habanero para que Oshún le diera el viaje limpio. Libre aun de sí misma si era posible.

 

Ahora, sin freno en las oraciones y sin calabaza en la cabeza lo miraba salir desnudo.

 

No sabe si por los nervios o por el ritual de las caricias, que ya iban llegándole, comenzó a hacerse un agujero en el ombligo.

 

La sirenita que había cogido en la costa quería anularla, aborrecerla… Hundirla. La sola mención del hecho le provocaba tortuosas lágrimas.

 

Juan Luis creyó que aquellas lágrimas eran de dulce sensibilidad en una cubana que con pelo renegrido y mamas de montañas exhibía los pezones flotando enhiestos en la cama.

 

Así la margarita aprendió a asumir en España, y sin ninguna posibilidad de olvido, que también por esos lares puede ser gritado a toda voz: Viva Cuba Libre.

 

La oscuridad que traían las cortinas era estupenda. Estaba de espalda, o se había quedado dormida de espalda. No lo sabía. La margarita sin trapo, desnuda y negra como en verdad es, extraña los mil carajos: esos monstruos conocedores que la inyectaban con  verdadero placer. Y recuerda al que le clavó el alfiler en la nalga para que lo inmortalizara toda una vida. Lo recuerda porque le dolió. Desde el corazón. Pues estaba enamorada.

 

 

ESCRITORA, IDANIA  BACALLAO ITURRIA

CUBA. 2013

 

Category: 0 comentarios

UN, DOS, TRES... CON AGUA SOBRE EL TAPETE

 

 

 

SAN PADRE.

 

                                                                  A mi hermano Abel…

 

Si acabo de matar a mi hermano no ha sido por celos, ni por rabia.  Ha sido por animal prehistórico.  Ahora lo llevo a las márgenes del río, al aflujo de oscurantismos, a los tributos.

Como ya no puedo cambiar esta decisión, sus órganos son vagabundos sonámbulos de mis locuras.  Probando, con esto, que soy una fanática de patrimonios sin leyes.

Lo acabo de matar y lo hice en condiciones decentes.  Le permití apartar sus auténticas falsificaciones de las mías.

No me han pagado remuneración alguna por ello.  Aquí no hay leyes aplicadas.  Aquí no hay gobierno.  Solo yo complico, digo y hago.  Sus respetables relaciones se han quejado, pero no conocen verdaderamente nuestras aflicciones.

Lo mato recordándole intensamente porqué lo hago.  No le he mentido en absoluto.  Después de muerto sus ojos me miran, pero ahora son más pacíficos.  No cuentan la orgía de su vida, ni el llanto feminista de sus innumerables mujeres.  Quizás porque después de muerto se ha familiarizado más con los míos y trata de preguntarme, de esta manera, si valía la pena ser un parco prehistórico.

Ya más cerca del río cierra los ojos por completo, temiendo que Ochún lo nombre padre sagrado.  Pero sus piernas son una estafa, pues demuestran que no está muerto, que sigue siendo el heredero de todos los tatuajes que tengo en mi cuerpo.

Todas sus mujeres lo esperan desnudas junto a la ribera del río  Se han bañado con miel, y ruegan ante el famélico glande que decrece, quizás por vergüenza de morir sin querer morir, con una cama echada encima.  A mi me miran con rabia.  Quieren canjear todos sus senos dibujados con miel por el orgulloso protagonista de sus tantas orgías.  No las miro y sigo como una asesina, encantando al muerto para que no se muera de tanta mentira.

No les explico el pretexto que tengo para llevar a mi hermano a la ribera del río.

Gracias a la santidad de los domingos la escena se hace más apetitosa.  Grito sin escrúpulo y las mujeres caen en la trampa.  Todas lloran, los ojos se les convierten en exóticos bichos que se arrastran, las bocas son madrigueras de arrugas.  Una de las mujeres sale retorciéndose del grupo y aprieta uno de sus pezones contra la boca de mi hermano.  Siento que éste contorsiona, y grita por lo bajo como un demonio: hay que matarlas de fobia por putas.  Unas contra otra se entretienen arrancándose las pestañas, y se siente una pestilencia que no se logra descifrar.

Con mano torpe, porque ya estoy nerviosa, quito la felpa que anuda el pelo de mi hermano.  Su pelo suelto es el nuevo pirata de la acción.  Sus mujeres se muerden las orejas unas a las otras, y yo sigo muy nerviosa, pero con la misma curiosidad de averiguar qué es la pestilencia.

Desde un rincón de la arboleda suena una melodía fuerte.  Mientras que una banda de color azul comienza a flotar buscando una brecha entre las mujeres.  Para más tarde detenerse detrás de ellas.  En ese momento soñé con el pan nuestro de cada día, con un domingo de ramos, con las pascuas de diciembre.  Realmente el lugar ya resultaba apetitoso, pero el miedo me salía hasta por los poros.

Y comencé a zarandear a mi hermano para que despertara de aquella simple droga que le había dado para llevarlo a una ultratumba que solo nosotros habíamos imaginado.

En ese momento mi hermano me estaba traicionando.  Pues ni uno de sus músculos se alteró ante mi miedo, haciéndome sentir una más de las tantas mujeres juerguistas que lo desnudaban y le enjuagaban el cuerpo con sus salivas.

Un intenso silbido me hizo dejar de mover a mi hermano y mis ojos chocaron con una serpiente que con cara de mujer iba circundando mi cuerpo.  Era una situación sin salida .  Ahora estaba más drogada que mi hermano.

Dónde estarán las estampas que mi hermano y yo confabulamos para que todas sus mujeres se hicieran oficiales en su culto de muerte.  En qué lugar.  Dónde estará el entierro de fantasía…

La pandilla femenina dejó de ser columna y se hizo un círculo muy fuerte alrededor nuestro.  Por fin sentí la mano de mi hermano cerrarse duro dentro de la mía.   El miedo lo despertaba.

Al igual que un canto gregoriano el sonido fuerte de la arboleda se fue haciendo cadencioso y sutil.  Un anillo de abejas aparecía en la marea del río.  Se hizo un silencio y las mujeres comenzaron a castrarse sus vaginas como un rito de esclavitud.  Simbólicamente se convertían en eunucos de ninfas, castradas únicamente para irse al destierro que mi hermano había incitado.

De pronto mi hermano era Prometeo.  Dulce, embellecido.  Sin magia y sin antídoto su fanatismo a la irreal muerte quedaba como un espejismo.  Pero yo sentía el veneno en mi cuerpo, en los sonidos, en las estacas y piedras del río, en la fecundación de las mujeres.

La serpiente seguía pretendiéndome.  Y resignada dejé que su lengua se colara en mi boca y me hiciera una emboscada vulgar de semen sobre mis labios, que agitados y convulsos saborearon una esperma relajada y dulce.

La visión era espectacular.  Mucho más cuando mi hermano con toda la magia en el cuerpo, y siendo más Prometeo que hermano, inconsciente quizás de su mutabilidad, me alzó en sus brazos, y arrastrando a todas sus mujeres detrás de él se fue hundiendo en el río.  Mi descenso a la nada se esparció dentro de un laberinto que el río, con un gesto hostil, produjo.

La hija seductora de Dios ahora era yo.  Mística y desposeída llené el río de espuma.  Una enorme cantidad de avena se dibujó en sus riberas.  Y por primera vez mi hermano despertó vivo y con una flor de loto en la frente.

Con silencio y con miedo las mujeres de mi hermano se fueron alejando, llevándose con ellas aquella horrible pestilencia.  En el ambiente quedó un aroma femenino como señal de mi admirable embarazo.  Creado quizás por el útero masculino de la serpiente, o por el bastardo de mi hermano.  Que viendo en mi la imitación perfecta de Ochún quiso hacerse santo padre.  Aunque el desorden del incesto fuera la más pura imaginación de Prometeo en la compra de su nuevo fuego.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

A PRIORI.

 

                                       A Braulio y Andrés, dos hermanos  

                                          antónimos.

 

Andrés está multiplicándose.  Andrés está recostado a la columna de su portal.  Andrés está simbólico.

Se ensortija las manos.  Se acaricia la cabeza.  Andrés se afeita su cabeza.  Yo insisto para que no lo haga.  Andrés está individualista.

Andrés espera una muchacha.  Su muchacha.  Sabe que vendrá en auto.  Andrés arde como una patraña.

Braulio dentro de su mutismo.  En su pasión me pide un poema de amor.  Braulio tiene una melancolía insinuada.  No conoce que primero es la causa y después el efecto.  Braulio encanta.  Braulio está nutrido de horizontes.

Braulio, quiero convertirte en mi intelecto.  Serás mi elegido.  Braulio está prismático.  Cuesta seducirlo.

Braulio dice que yo tengo algo.  Habla de mi punto concreto.  Yo también creo que tengo algo.  Un demonio, un ángel, una luz.  No sé… eso nunca lo asimilo mucho.

Braulio cómo se escribe un verso.  Braulio me contempla.  Escucha:

                           

                                 Me desnudo para aplacar la tormenta de semen

                                 que amenaza tu hendidura.

                                Escribo con tinta la palabra Nazareno,

                               y el madero cruje sobre la seguridad de tu

                               desnudez.

 

Braulio un poema a priori tiene frustraciones.  Braulio sustenta.  Braulio no escucha ahora.

Andrés no asimila espera.  Andrés quiere fumar.  Mira a la calle.  A un lado a otro.  Sabe que la muchacha, su muchacha, vendrá en un auto.  Andrés no ve los autos.  Está esquemático.

Andrés no ha comido.  Está sugestionado.  Su primera muchacha.  No.   Andrés come de madrugada.  Andrés se descubre.  Está señalado.  Andrés es el elegido de varias memorias.

Andrés está condensado.  Andrés se desvive.  Con la muchacha.  Su muchacha.  Que vendrá  (que no llega) en auto.

Andrés está pertinaz.  Tiene deseos de fumar.  Andrés no fuma.  La muchacha va a llegar.  Andrés está impecable.

Braulio, te prometo escribir:

                                                 

                                                      Mujer, eres mi interior de ciudad

                                                      mi inevitable contorno.

 

Braulio está indiferente.  Marchitándose.

Braulio yo no quiero la indiferencia.  Lo instantáneo me hechiza.  Braulio subjetiva.

Braulio, no quedarás como un antipoeta.  Eres mi héroe.

Braulio, tu muchacha no escribe con pistilo la palabra poesía.  Braulio se satura. 

Escribo un poema humano.  Braulio piensa.  Está muy taciturno.

Y lee:

 

                       En esta cama

                       Repleta de agujeros de otros hombres                          

                      Una mujer excita su cordura sobre la costumbre de mis

                      actos.

Braulio no concuerda conmigo.

Andrés sigue como una ciudad perdida.  La historia le clava los colmillos .  Está provocado.  Andrés está filosófico.

 

Andrés pretende descubrir su a su muchacha con los senos erectos, con el pelo rizado, con las caderas ondulantes.  Andrés está ilusionado.  La muchacha aún no llega.

Andrés está al disolverse en su leyenda.  Hace un compromiso donativo para iluminar su portal si viene la muchacha.  Su muchacha.

Andrés está acosado de ausencia.  Andrés me llama.  No puede más con tanta pesadilla.  Andrés habla.  Dice una palabra sencilla: poesía.

Andrés es un poeta suspendido.  Andrés escribe un poema de amor a priori:

 

                                       Mujer,

                                       utopía de espera

                                       violencia cobijada

                                       de mi apuro de hombre…

 

Braulio al fin está satisfecho.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

LA TELARAÑA DE LA DESNUDEZ.

 

                                               A Osmín por su fina telaraña…

 

Mirar a un hombre.  Sentir como la quietud de su reflexión le permite desnudarse.

Convoco así a múltiples vías.  Intento que todo sea propicio.  Que no hayan diálogos.

Esto es una apariencia para no anunciarme.  Para no destruir la comunicación observatoria.

No se trata de desbordamiento de tiempo.  Más bien es un evento donde aludo mi dependencia del hombre.

Infiero en el ejercicio de mirar las zonas donde se encuentran sus posibles relatos.  Sus posibles críticas analizadas por otras mujeres.  No por mi.    Yo no uso el tacto.  Solo me conduzco.  Voy así a la experiencia.

Mirarlo y alcanzar un estímulo.  Un prototipo artístico y a la vez pueril.  Me justifico con desprejuicio.  Llamo inocente al inventario de partes que reconozco en este hombre.

Pienso que ya va siendo tiempo para el alcance humano.  Busco una posible vía.  Algo que evalúe globalmente el contacto.  Pero ansiosa sigo de espectadora.  Esto es un síndrome de conveniencia.  Invento de luces que mi esencia trasciende para mi desarrollo.

La apertura de la desnudez tiene sus códigos.  Este hombre no los conoce.  Como tampoco conoce que soy capaz de destruir su tentadora oportunidad de pasear su esperma por mi boca.

En el límite de mi aceptación juego a multiplicar territorios.  También hay una matriz desnuda.  No por ello renuncio.  La mujer tiene enmascarada su utopía.  Es su simulacro.  Ella también salva su universo de mi aparente libertad.

Acaso la respuesta de las circunstancias les perjudica.  Creo que no.  Ellos no abundan dentro de falsos paternalismos.  Yo sí.  Me gusta tener mi mirada envenenada.  Sueño con mi mirada envenenada.

Sin desaciertos o con ellos establezco un poderoso compromiso : invitarlos a ustedes.  Por supuesto, pensando en nuevos empeños.  En nuevas formas que acudan a nuestro certamen.  La urgencia de cambios estructurales se interpretaría como mejor goce.  Mucho más si están ustedes como tolerantes.

Mi pequeña fotografía de los cinco sentidos es válida en estos momentos.  Tengo la mano apoyada en el optimismo de mi pezón.  Un análisis de mundo, diría yo.  Si no hay jurado que presencie la ubicación, la posibilidad de acotarme no existiera.  Por eso los invito a ser deudores de mi cohesión.

Casi como un acuerdo mi pezón se iergue.  Es optimista.  Se desenvuelve de manera correlativa.  El hombre hace sus intervenciones.  La mujer deja de esconder su matriz y la enarbola.  Futura pausa de entrega.

Mido mis tres primeros pasos.  Mido así también mi convocatoria, mi desenvolvimiento, mi circunstancia.  Llego.  La etapa de divulgación tiene prioridad.  Rebaso el medio convencional de los espectadores.  No existe ruido.  Los testigos se encuentran en silencio.  Un premio será otorgado.

Ahora muy cerca.  Tan desnudo que lo miro intentando tejer una telaraña sobre su cuerpo.  Sobrevivo.  Escojo mi pezón más turístico y lo coloco en el centro de su lucha.  Hay erección.  Dispuesta a celebrar el trozo de carne que la copula.  Mi dedo se encamina y comienza a tejer una fina telaraña en la cavidad más profunda de su espalda.  Misión especial.

Los testigos se desesperan.  Miro hacia la reunión y todos están alquilando los olores que destilamos.  En el pozo de mi apetito está la mujer.  Ya no enmascara su utopía.  Me sabe definir.

Faltan unos minutos para el regocijo y miro sin responder cívicamente a la desnudez.  Existen idílicas purezas.  Marcas en los árboles que me devuelven el arrepentimiento de mirar a un hombre desnudo.

Si persisto vivo.  Si pretendo escapar soy una incógnita.  Por eso con todo el abuso posible de mi observación hago de clero fiel.  Y cierro los ojos ante la distribución desigual que provoca en mí este orgasmo…

 

 

 

ESCRITORA, IDANIA  BACALLAO ITURRIA

CUBA. 2013

 

Category: 0 comentarios

LO ESTRUJADO SE PERDONA

 

 

AMÉN DE LA BALANZA

 

 

Te compro, Mayra, ese pedazo

del corazón de Jesús.

 

Balanza de beata no tengo

para tanto misterio.

 

Solo el corazón me alcanza para soñar

con su clavo de cruz.

 

Elegida de su sangre, Mayra,

Vuelo y rehago la pena

De su imposible muerte.

 

Dios no me permite que me salte

su barrera de pintura.

 

Yo solo tengo invadido su templo.

No uso mercaderes.

Uso una cortina de luz que vuela

en un canto de tonada guajira.

 

No escapemos de esta guitarra que lanza

el himno de tenerme en pie

como un humilde Triste Niño Jesús.

 

Solo así  pretendo soñar sin sus clavos

sobre mi cama.

 

 

 

 

 

Hoy estoy en Cuba, es 25 de agosto 2010.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

PISADA DEL OCÉANO.

 

A: Cary, en el cruce que supera el viento de agua con que la contagio.

 

 

Vuelo, la historia se engarza

en este vuelo.

Me creo la victoria que se dispara

sobre los pies húmedos

de quien amo.

 

No voy por olor.

La miseria se regala

No se va en ella… A ella.

 

Miserable yo si no me conociera

el engarce…

La miseria del que llega

como un hecho de victoria.

 

Nada me vence.

 

Soy digna única de los pies húmedos

que me persiguen

como una gran pisada de océano

en la hechicera que sí descargo

para mis adentros.

 

 

 

11 de Julio 2011

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

ES HORA DE BENDECIR LAS AUTOPISTAS CON OJALA, AMEN.

Quién pudiera, Sabina, desgraciarte las auroras…

Eh,  Joaquín, mío.

 

 

Muchacha del Robinson

ojalá que tu pila bautismal no se haga decadente

cuando comience la vida de las verdades.

Y que siempre siempre  bendecidos sean los lujos de tu pasión.

 

Y que benditas sean siempre siempre las palabras

que se roban crisantemos

sobre tumbas de suicidas.

 

Muchacha del Robinson que vienes del higo de mi duda

flor ajardinada

para hacerme el amor también habrá un ojalá.

 

Tantos ojalá con aplausos de aurora

que el sexo no será nunca carta sin ortografía

Aflicción del afligido

Giaconda de los grumetes

Cúmulo de las esquinas.

 

Muchacha del Robinson

maldito está el desconsolado rosario

que sabes profanar.

Pecando como la marihuana donde  haces el mantis religioso

ojalá  ojalá  ojalá…Para tu desgraciada puta muerte.

 

 

 

nov 2011

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

PALABRAS ESTRUJADAS.

 

A Pedro Almodóvar.

 

Mujer que duerme de perfil con su inocencia

quién desnudará nuestro dolor cuando ya no seas Dios de mi tarot.

cuando ya los ojos de  tu miel no quieran nadar entre mis aguas.

 

Si no me haces, si no me tienes quién conocerá el porqué de mi Dios

en Almodóvar.

Si yo soy la hoja de laurel de tu conciencia.

 

Y si de madrugada nos dejan sin inocencia iremos a la veda.

Allí tu ceremonia está, también mi vida.

Diré  y diré que la selva no es de todos.  Ni en todo.

Y que concurren hombres a manchar sus historias.

 

Cien años hace que una mujer no descubre el mar,

pero aún duerme con anillo de plata en el miedo de lo prohibido.

La dulzura la ha colgado en un guerrero.

El sueño de frágil muchacha también está cautivo.

 

Oh, Dios, sueños de firmar el matrimonio se mueren atontados.

Qué quedará de los anuncios del  zodíaco cuando ya nos encerremos

a llorar sin el silencio.

 

Hazme, hermoso Almodóvar, como tu inocente condición de lluvia halada.

Y crece el milagro que Dios explica cuando gana.

No me dejes partir.  No la dejes partir.

 

Yo te amo.  Ella te ama.

Bajo el amén de la lluvia que nos moja tu cara.

 

 

25 de abril 2008

 

 

 

 

 

 

 

 

ESCRITORA, IDANIA  BACALLAO ITURRIA

CUBA. 2013

 

Category: 0 comentarios