CONOZCA A LA PANCHITA PRIMERO...

EL TREN

 

 

Guao guao… me cogió el tren,  dijo el cubano cuando abrió la cartera y la encontró en un total desapego por tanta soledad y  vacío… Qué dirá este humilde tren cuando se entere que no tengo con qué pagarle, se preguntaba el pobre cubano casi al borde del llanto.  Pero después recordó que no tenía porqué pagar un tren que no existía, pues por  dónde iba a viajar si los rieles de sus movimientos se los habían llevado para a través de ellos mirar hacia  el mar desde las casas que construyeron los que no tuvieron la culpa de robárselos, ni de colocarlos frente a las pequeñas olas que la playa La Panchita tiene, aunque fueron estos mismos rieles  los que le hayan quitado la sonrisa y su lindo diminutivo con el robo.

Por eso ahora La Pancha ya no tiene cubanos que le miren su mar.  Y por eso también ella se sienta (ya sin ola y sí sola) a esperar que  le suelten  pacas de marihuana que así le hagan las debidas y únicas cosquillitas en sus costas  para no tener que envenenarse más fumándose el opio de los demás.

 

Cuba-2012 Enero.

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