MALA-"/BARISMOS

"LA IMAGEN DEL DESPARPAJO"

 

Acabo de convertirme en un dos y dos son cuatro.  Este cambiazo que le doy a mi gremio de calma,  de señales y de humito se lo dedico muy cordialmente a Estefanía Carajo.  Una mujer perdida que no es lo mismo ni remotamente a una mujer que se pierde.

Estefanía Carajo venía de los viejos recintos europeos.  Traía una trayectoria tan propia, tan exclusiva que sin yo proponérmelo y menos darme cuenta me bautizó en un dos por tres "y aún sin llegar al cuatro" (todavía) en su gitana exclusiva.  Aunque es de suponer que yo, compartiendo todos los días con Estefanía Carajo este reguero de cartas de la baraja, de palos, de ases y de espadas, más tarde o más temprano acabaría bajo la influencia de estas tentaciones y me convertiría en un dos y dos son cuatro.

Y ahora metida en este monte precioso que tiene Estefanía Carajo me paso el santo día.  Entre ángel y dios, entre gitana y palos me he tropicalizado tan ibéricamente que el matadero de Batabanó ya ni me interesa.  Empadronada totalmente a su guiño cotidiano, a su sensible transparencia, a su bien nacida lengua de hermosos poemas clásicos, me doy a su gremio cercada de amigos y admiradores que no dejan de preguntarle con pícaro contrabando de dónde sacó a su nueva gitana.

Pero Estefanía Carajo, señora ella de sus demostraciones de malabarismos e ingeniosidades lubricas, y a veces hasta jugando con las más tiernas malas pasadas les contesta: De un dos y dos son cuatro… ¿Por qué?

 

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