"YO VIVO EN UN PUEBLO TRISTE"

NO QUIERO QUE DESPRECIES A CUALQUIER PUTA QUE ENCUENTRES EN CUALQUIER CALLE, SUPLICA Y REVUÉLCATE

Y CESA, PERO SIN PREJUICIO.

  -DJUNA BARNES-

 

   

Yo vivo en un pueblo triste, que de tan triste  no tiene calles.  Y él muy pobre se ha tenido que inventar unas esteras de aire para transitarlo.  No sé si a través de él. O sobre él.

 

Y es que mi pueblo está agotado.  Desde que amanece está mal oloroso.  No tiene una tregua de paz desde hace más de cincuenta años.  Quizás sea por eso que ha decidido quedarse sin sus calles, y construir estas esteras que solo ha elaborado para sus elegidos.  O sea, para los que piensen en la verdadera paz y no en la palabra ni en el hecho Mentira.  ¡Eso lo detesta que no quieran ustedes saber ni conocer!!!

 

A mi pueblo, después que construyó estas magnificas esteras, no se le puede hablar sobre hombres que gusten de usar barbas.  Mi pueblo dice que un hombre con barba es como un espejo sin azogue… No te puedes ver a través de él.  Ni puedes hablarle… Porque a quién le estarías hablando… A un innombrable.

 

Un hombre con barba para mi pueblo triste es mortal.  Es como si lo llevaran al cadalso.  Aunque ya todos nosotros, sus habitantes, conocemos que de cadalso en cadalso sobrevivimos diariamente.

 

¡Figúrense ustedes un pueblo sin calles!!! Un pueblo que no cree ni remotamente en las leyes que se le imputan.  No en las que él pueda dictar sin imputar, es lógico.  Quizás por eso también mi pueblo es un pueblo triste, porque ha dado todo, hasta los hijos de su sangre para hacerse fuerte, ejemplar, reconocido… Pero mi pobre pueblo triste se sabe no confiable.  No diplomado.  Quizás también sea porque la mayoría de sus grandes elegidos se han marchado dejándolo casi solo.  Han hecho aceras sobre las olas del mar y se han fugado.  Ellos también eran elegidos de mi pueblo triste, pero uno también se cansa de ser un elegido sin corona y por eso se sale, se fuga a buscar la dichosa corona, que por supuesto es la corona de la vida y no la de la muerte.

 

Pobre pueblo mío, tan triste, tan llorón ahora que aunque tenga estas esteras alumbradas con el mayor placer de un hombre: su corazón… no logra salir bien exaltado ni por un periódico, ni por una revista, ni por un radio, ni por un televisor… Y miren que ha hecho cosas lindas… ¡Pero qué va!!! ¡No cabe duda! ¡Yo vivo en un pueblo triste!

 

Un pueblo que le han dado, como a muchos en mi país, una clase patada para que ya se esté tranquilo y no se esté inventando más con sus esteritas doradas para que solo grandes figuras públicas sean los que puedan pasearlas y disfrutarlas.

 

Pero eso es mentira como todo.  Porque mi pueblo será triste pero no es lerdo.  Por sus esteras solo se pasearán los que sirven, los que conocen que ya no podemos más con tanto nudo  de corbata, con tanta miseria.  Con tantos estrujamientos.  Con tantas y tantas payasadas. Y es que mi pueblo tiene tremenda experiencia, fíjense si es así que por mucho héroe que ya ha dado con numeroso ejemplo a la historia cubana ni eso le velan para dignificarlo.

 

Entonces un pobre pueblo triste que ya no puede más se sacude de todas estas amarguras, y se llena no solo de magnificas esteras, sino de amaneceres malos olorosos.  Porque a mi pueblo no le da la gana de aromatizarse.  De perfumarse para que diablos que no saben todavía afeitarse sus barbas nos estén llegando a decir -recogiendo nuestros perfumes- que este pueblo mío está lleno de tristeza y que yo, la única escritora del mismo no puedo decir nunca más que : ¡Yo vivo en un pueblo triste!!!

 

IDANIA   BACALLAO  ITURRIA

ABRIL/2012.  CUBA.

 

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