DEL LIBRO "ANA DE MIS AMORES" (amazon.com)

 

                                            YESTERDAY

 

                                                                                                  Por mí...  Sin su venia.

Te mortificas por el ayer insólito y demente. Cruzas por encima de tu voluntad. La almohada es punitivo y tribunal de inquisición.

Quién sacudió primero los pecados. Esos pecados que van al centro de la calle y que la gente usa como pretexto para esconder los propios. No lo sabes, o ya no te importa saberlo.

No quieres recuerdos. Ni remordimientos. Pero la almohada te acosa. 

Los días se suceden y vuelves a colgar las mismas aflicciones en el esquinero que usas como escondite. Quieres ser otra. Otra mujer que dance y grite en busca de sus propios aplausos. Lo decides. Firmas un pacto: Te bañas y no dejas ni pizca del ayer en tu cuerpo.

Sales del baño, desnuda, naturalmente, porque para vestirte necesitas del ayer. Tomas un libro y lo acaricias contra tu desnudez. Te colocas contra la silueta del pasado, despreciándolo.

Te arrodillas ante una vela encendida y cruzas los brazos. Sientes que una sombra te escolta y tarareas una canción como quien reza. Un pincel en tu espalda y la caricia llega. Un pincel delicado que baja marcando trazos en tu sexo. Ardentía en tus labios. Flojedad en tus rodillas.

Quisieras tener los ojos en la espalda. Te urge ver con cuánto amor esa mano pinta sobre tu cuerpo.

Ahora vuelves a rezar pero contando colores en cada amén y el pincel no se detiene.  Estás sobre el credo de una verdad. La voz se te afloja cuando llegas al color blanco, porque sientes la ausencia del pincel, pero dos manos sustituyen el paisaje en tu espalda. Aumenta la luz de la vela y tus ojos crean una atmósfera de éxtasis. Ya no existe el tiempo. Arrebatada te volteas, drogas tus instintos. Un desmayo indeleble te hace flaquear, pero se alzan dos manos estrechándote dentro de su cuerpo.  No te desprendes de sus labios.

Comprendes: El ayer fue un simulacro.

Lo decides, vas a emborracharte de vigencias. Te tiendes con la vela apoyada en el estómago, ésta se agita al compás desesperado de tu vientre. Un pincel con olor a fruta madura comienza a dibujarte los pechos, que se endurecen, excitados por el contacto de la saliva. Ves su boca apoyada en la línea que divide el pezón de su base y un hartazgo de locura te invade. Observas la vela y notas que su luz es tan penetrante como tu exaltación, no te apenas. Devuelves la vela a su sitio y te acomodas para vengarte. Abres pausadamente las piernas y con miel frotas la hendidura que te hace mujer. Miras su cabeza, su pelo revuelto. Lames, envolviendo la boca que se refocila entre los pezones. Yesterday. Es el ayer que ha vuelto para eternizarse en tu ahora. Oh, I believe in yesterday

 

 

 

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