DEL LIBRO "LA MEJILLA EQUIVOCADA"

EL CAPRICHO.

María Salas le abrió la boca a Karine con esmerado cuidado.  Se había propuesto algo inusual en un ser humano.  Pero María Salas no era un humano.  Era un espíritu.

Después trazó tres círculos y un punto bien diminuto.  No quería que la historia se le fuera de las manos como otras veces.  Así que siguió y logró acumular setenta y dos círculos y veinte y tres triángulos.  Todavía no sabía para qué le servirían.  Así y todo hizo nueve puntos más.  María Salas era muy caprichosa con las figuras.  Pero no fue por eso que las acumuló.  De un momento a otro ya sabría el porqué.

Sacó la mano derecha del guante que la abrigaba también por capricho para medir la boca.  Tendría que cortarle la lengua.  Estaba muy exagerada y ocupaba demasiado espacio para su urgencia.

Karine estaba a punto de gritar cuando María Salas de momento  le cerró la boca de un solo tirón para después quedarse muy apartada en un rincón meditando con treinta y dos cuadrados acumulados que aún la mantenían en suspenso como los círculos.  Tampoco sabía para qué le servirían.

Al cabo de dos horas y cincuenta y dos segundos levantó el rostro y vio como quebrada la figura de Karine en el espejo.  No se lo dijo por pena pero tenía que abrirle la boca nuevamente.  Esta vez lo hizo a la fuerza.  Karine gritó y gritó con tanto nerviosismo que doce círculos se perdieron sin motivo alguno.

Cuando María Salas los vio en el hueco profundo de la laringe de Karine se ofuscó de mala manera y volvió a medirle la boca, esta vez con colores de un sabor muy ácido.

Karine volvió a gritar pero esta vez llorando con nauseas.   A María Salas no le gustaban las injusticias y le reclamó sus doce círculos.  Karine volvió a llorar.  No sabía de lo que le hablaba.  María Salas le explicó que quien roba círculos es un circulero y eso se paga como pecado.  Karine tampoco la entendió y varios lagrimones se le cayeron mojando a cinco círculos que a su vez también desaparecieron.  María Salas no pudo con tanta ira.  Le cortó la lengua a Karine.  Después la miró como a un jeroglífico.   

Entonces María Salas con sus sentidos extras y a puro galope hablaba, experimentaba, determinada a descubrir porqué cuando Karine gritaba llovía como si se necesitara del océano en todas las bocas.

No lo descubrió.  Y volvió a trazar sus doce círculos.  Esta vez sin acumularlos.  Nada tuvo que ver Karine con esta falta de acumulación.  Pero sí tuvo que ver con el silencio.  También con los cincuenta y cinco días de lluvia que no  le permitieron a María Salas salir del río a curarle la herida de la lengua.  Que ya no tenía, por supuesto.

Pero a los seis días y tres horas como si rezaran los peces en la aurora rezó María Salas con su alma en la vida cuando le abrió nuevamente la boca a Karine, con otro esmerado cuidado.  Para dejarle caer,  también con mucho cuidado, a un loco que mezclaba los círculos con los cuadrados como si se hubiera propuesto algo inusual en un humano.

 

Cuba, 2012, IDANIA BACALLAO ITURRIA

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