PREGUNTAS DE EMPEÑO.
Puedes tú, Cristo, lavarme los pies en el susurro de girasoles.
En un cántaro mídeme manos, cuerpo, voz, y gime:
Cervatillo, Cervatillo
Mi bien amado Cervatillo.
Tu girasol me ahuyentará el apocamiento.
Me gustaría engañarme con tus nudillos
y con las preguntas de tu gigante molino en el viento.
Agua de tus dioses ya sé que besan la puerta de mis dedos desnudos.
Quiero escucharte, y escucho en la clarinada de amores falsetes.
¿Puedes tú, Cristo, ser el convicto de mis orquídeas de futuro?
Hay un agua de leyenda esperándome vestida de malva para ti.
Lo intuyo.
Puedes tú, Cristo, ser ese hijo que corone mi doncellez
en mi nunca huerto de girasoles.
¿Puedes?
Así también lo espero sobre tu cruz en madera.
De madera.
13 de noviembre 2011
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