DEL LIBRO: "A GABRIEL NO LO MATÓ LA LUNA"

 

DOS SEMANAS POR MES.

 

Una fábula puede contarse o no contarse.  Eso solo lo sabe quien conoce de esos asuntos.   Y mi asunto no tiene nada que ver con las historias.  Yo no soy una mujer de historia.  Repito la palabra por énfasis no por gloria ni  por asonancia narrativa.  Quiero decir, y no digo.  Quiero pedir, y no pido.  Pero la palabra historia me repiquetea como un canto de venado en los oídos, no sé si los venados saben cantar.  Lo que si sé es que yo no sé y lo invento.  No el canto, sino la historia.

El canto puede ser otra cosa.  Que de cierta manera no sabe tampoco lo que es una cosa.  En este país la cosa tiene un don, pueden ser muchas pero muchas cosas a su vez.  Y no deja de ser cosa.

María se compró un pañuelo es una cosa en este país.  Juan se fue del país ya es otra cosa.  La cosa mía va más allá que las propias cosas. También quiero irme del país.  Reventar las gomas de aire y soplarme con el viento a mi favor.  Nadie me lo creerá.  Yo tampoco.   Porque no sé soplar.

Desde que nací nadie me enseñó a soplar.  Nunca existieron velitas en mis cumpleaños para soplar.  Esa es una mala suerte que una no debe de andar diciendo por ahí porque eso es otra cosa.  Más.  Y grande.

Porqué no hay velita.  Y porqué tú sí tienes la velita.  Y porqué yo no tengo la velita… Y qué coño es esto de la velita. Ah, otra cosa.  Aquí todo es cosa, ya lo dije.  Y no solo lo dije yo, todos los decimos.  No hay un cubano que no le guste la cosa.  Se la compran, la inventan, la chismosean, la discursean…  Ahí sí que se me acabó la cosa.

Coño, no quiero saber de discursos.  Qué clase odio le tengo  a esa cosa. Un discurso puede ser otra de  las cosas… No para el que haga el discurso.  Para ese la cosa está hecha, premeditada, estudiada… Calumniada.  De primera mano.

Entonces que se vaya pa¨l carajo esa cosa.  O la cosa. 

 

 

24 de julio 2010

IDANIA S. BACALLAO ITURRIA

 

 

 

 

 

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