EN SIBERIA, DIOS ESCOGIÓ EL MAR.
Para: Anna Lidia Vega Serova.
Yo no pude ser de Dios.
Ni tener las manos aguantadas al silencio.
Yo no pude tener un reloj de arena para ser peligro
o sintaxis del tuyo cuento de Chejov.
Yo solo soy el defecto de la ausencia.
La excitación de la aventura verbal
que copula con tu talento.
La historia de algunos pomposos atronadores
que se descuidan del arte de Pushkin.
Y se duermen.
Yo no pude ser de Dios.
Demasiados pasados en Dostoievski
me hacen una mujer peligrosa.
Desaforadamente peligrosa cuando vengo al mar.
Te lo juro aunque no sea tu Dios.
IDANIA BACALLAO ITURRIA.
25 de Noviembre 2011
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