SOBRE "EL GRINGO DEL ALMA" HAY MUCHO QUÉ DECIR...

 -CAPÍTULO III-

SOSPECHAS DE CONSPIRACIÓN.

Idania Bacallao Iturria

Con las manos apoyadas en las caderas y un mechón de pelo cayéndole sobre el rostro, la escritora se echa a reír.

-ENA LUCÍA PORTELA-

 

He puesto el mayor de los cuidados en reconocer que Irina es famosa, yo no.  Y que Jorge es un Rolls-Royce, pero que no sabe quién está dentro de él, quién está fuera de él o por dónde hubo nieve este año.  El tucutú parece algo versátil, pero es un galeote encadenado a algunas criaturas límpidas, de ternuras irreconocibles; que hasta han conversado conmigo sobre Irina con tanta influencia que parecen clonadas de la misma Irina. 

 

Entonces es cuando me gusta combatir esas sospechas de conspiración contra mi cerebro y contra mi honestidad.  Porque estas criaturas no solo lamentan que le faltan células y neuronas de Irina.  Sino que los sinsentidos pretenciosos de cada una de ellas demuestran una vez más, ante este universo, que si existen muchas Irina, más existen criaturas como éstas.  Adecuadas totalmente para hablar mal hasta de los insectos.

 

Con Jorge sucede lo mismo.  No hay hembra humana que no crea que éste mismo Jorge sea un Tarzán virginal e ingenuo.  Y que dieran hasta sus propias vidas por sacarle la boa, que muy pocas veces tiene dormida dentro de su taparrabos para darle una eminente clase a éste muy bien llamado el gringo del alma.  Desde las mariconadas de viejos impotentes hasta putas de te cojo y luego existo, se revelan en arma con todos sus arriendos para sacar de la selva al gringo del alma y regalarle: lengua, matriz, teta, y hasta rabo a este desterrado hijo de Eva.  Que hoy lucha como un toro bravío en contra del robo que a menudo hasta él se sorprende haciéndolo. 

 

Entonces es cuando muy propiamente se acusa de ruidoso, grotesco, hijo de puta para después encerrarse y rezarle a su virgen con la misma fe y devoción que un torero,  que lo proteja de ser pecador y estar en un valle de lágrimas que ni puramente le pertenece.  Solo que se le ha pegado.  Esas malas compañías que tiene lo matan.

 

Jorge, dime con quien andas y te diré quién eres.

 

De no ser por toda esta  revelación que he escuchado  me diera a la tarea de ser gratuitamente una mujer seductora.  Una puta,  y  así crear una impresión de lujo humanamente inocente.  Pero necesito cuidar más mi aspecto interior, porque hay algunos humanos interesados más en  lo que hay afuera de la envoltura que lo que hay adentro.

 

Esto es una conversación cultural que tengo sin mucha distancia con mi propio yo.  Soy una mujer indefensa que muy a menudo tiene problemas que no sé resolver sola.  Pero lo que sí sé hacer sola es dividir a la humanidad en sus dos clases: los que pueden y los que no pueden.  Yo me considero de las que puedo, aunque florezcan las flores o no florezcan.

 

Todo esto puede decepcionar a Irina que no aguantó más y me dijo: -tengo necesidad de entrar contigo en ese portal y sentir tus palabras apretadas contra las mías.-  ¡Qué babosa esta Irina!  Mascullo por lo bajo con el pensamiento casi nublado, a pesar de mirar a Irina de frente, de cerca, de sabor, de olfato…  Y con sus zapatillas de deporte colgadas en uno de sus hombros para enseñarme que la arena también la trae colgada, pero no solo en uno de sus hombros, entró.

 

A lo mejor  resulta que en este mismo sombrío portal, Irina logre botar su tucutú, y remediar valientemente y sin ser miserable con su trajín de constitución física, todo su desorden en mí, sobre mí... O con la humanidad.

 

Palpándome maquinalmente a la altura del corazón y sorprendiéndome de ser capaz de mirar fijamente las líneas y contornos de la mujer que más ha hecho babear a todas las criaturas de este mundo, deslizo mi mano –burlando al custodio- para abrir  el pestillo del portón.  Irina desliza debajo de su vestido de playa las zapatillas de deporte y entra descalza y en puntillas con tanto silencio al pasillo que la llevará a mi habitación, que tal parece que esto ya lo había hecho o que lo traía súper premeditado desde que los pobladores comenzaron a clonarla sin autorización alguna.

 

Qué hablará conmigo o qué quiere hablar conmigo.  Eso ni me lo imagino.  Veo esto tan absurdo.  Por eso me quedé como espectadora.  No escuché una palabra más alta que otra en Irina, y todo lo que sucedió reinó en un tono muy comedido.

 

Le gustó mi habitación.  A la vista de todos están mis libros e Irina no se perdió la oportunidad de sentarse sobre mi butaca de cuero para supervisar  los cientos de libros sin hablarme ni una palabra.  A través de ellos logró crear algo cultural entre nosotras, fue así que me habló confidencialmente de esta sociedad en la que ya no existe ni siquiera la preocupación por el pan nuestro de cada día.  Piensa que el enorme poder del egoísmo debiera aspirar a una mejoría del mundo.  Pero en seguida su pasión por el deporte sustituyó a su inquieto optimismo por el mundo.

 

Después, como un cerrajero, probando su llave que pronto abrirá su puerta y dejará entrar todo el aire húmedo del ambiente, me besa superficialmente en agradecimiento a las pocas relaciones que mantuvimos en este momento.  Y se marchó produciendo chasquidos con su todavía mojado vestido de playa y sus zapatillas de deporte, arrastrándolas por el pasillo a través de los cordones como si fueran juguetes.  Irina es una mujer que conoce el corazón de otras mujeres.  Eso es lo que me dejó como una copa de helado de frambuesa: sabrosa y fría a la vez.  Pero hacer deporte le hace a una sentirse especialmente viva.  Entonces tengo que reconocer que Irina también me dejó como una empresa americana de Wall Street, con una raqueta de tenis en el corazón, y cierta música de jazz en la mente para ejercitarme mucho mejor.

 

 

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