Me gusta este relato de mi libro, Toma café conmigo

HAY QUE PROBAR LA RAZÓN.  

                                                                    Es enorme la diferencia  que existe entre escribir mal y escribir bien.  Y esa diferencia es aún mayor entre escribir bien y el arte.

 

                                                               -L. R. Nogueras-

 

 

Mi novia me dijo que estoy escribiendo un libro perjudicial, pues según ella quien toma café conmigo termina embriagado para toda la vida.  Esto me lo dijo con cierto resentimiento, sus celos siempre han sido enormes pegasos que aparecen cuando menos uno se lo imagina.  De ahí dicho resentimiento, que no es otra cosa que ya está embriagada para toda la vida, pero con miedo.

 

Pero tomar café conmigo es tan sencillo como tomar agua.  Coloco la cafetera con su polvo, el calor la hace hervir, llega el aroma, y después el café.  Qué es lo perjudicial.  Quizás sea lo que llega después; tomarlo, pero conmigo.  Junto a mí.

 

Yo por cortesía le he dicho a mi novia que hay que probar las razones para después criticar a un libro, pero la muy tímida siempre se me queda mudo.  Y es que tiene el primer lugar entre las celosas.  Creo que su misión en el mundo es contar las tazas de café que ve sobre la mesa cuando llega.  Después que las cuenta las lava juzgándome con un disgusto de llanto tan grande que me convierte en la persona más dócil de toda la humanidad.  Y la beso, le digo cien veces que la quiero, la acaricio con mi boca susurrándole al oído: Gany, mi libro no es perjudicial, es un antojo tuyo y mío.  Es la frescura que sentimos tomándonos nuestro café.

 

Pero mi novia es una sopa de llanto, se pierde como una inocente dentro de unos laberintos espantosos.  Hay momentos que me asusta y estoy por decirle que de buena gana me casaría con ella, pero cuando recuerdo que tomar café conmigo es para su pensar uno de los peores cataclismos del mundo, más me asusto y no se lo digo.

 

Yo he analizado profundamente qué es tomar café conmigo.  Y casi como un impulso natural he comprobado que no es nada del otro mundo, simplemente soy artista de la plástica, y fabrico pequeñas tinajas con ilustraciones del Kamasutra.  Es aquí donde sirvo ese líquido que en muchos casos arregla el alma.  Mi propia novia puede decirlo.  Su alma estaba antes de tomar café conmigo pidiendo auxilio espiritual a larga distancia.  Y después que lo tomó su triste vivir se le ha convertido en la más vehemente emoción.  Qué viva, qué animada y expansiva se siente ahora, tanto es así que ya no quiere tomarlo conmigo porque no se resigna a sufrir todos esos tormentos que tiene de si cuando aún lo sirvo también le coloco la yerbabuena como se lo hice a ella por primera vez.

 

Y es que mi novia es persuasiva, de las que cree que un tunante es un ser que unta mentol en el borde de las tinajas para que después queden los labios quemados y pidan por seña que le echen aire.  Como también piensa que un bribón es quien sopla con su boca sobre los labios quemados para después humedecerlos con el almíbar del café.

 

De ahí que mi linda ninfa de mar esté criticando, ya de antemano, a nuestro libro.  Que aún sin terminar ya está recibiendo el título de rufián por el simple hecho de que en algunas noches sirvo el café con almíbar escuchando la música de Dulce Pontes con algunas velas aromáticas encendidas para leer los versos que Neruda le escribió a Matilde en la época en que se tomaba el café sobre un puente de París.

 

Pero el libro es una felicísima idea que ella tuvo cuando me regaló su primera imagen de tristeza; y decidió venir a mi casa a soltar su antigua vida de dolor tomándose un café conmigo.  Por eso le perdono que lo llame perjudicial, y tenga esos resentimientos de enormes pegasos que le aparecen cuando uno menos se lo imagina.  Como también le perdono su sopa de llanto porque tengo que agradecerle que se haya ganado el premio de ser la primera que me ha hecho caer de su cama haciéndole el amor,  una noche en que sin habernos tomado el café todavía sus celos no eran tan exagerados.

 

Y es que Gany es así, una bomba de tiempo que marca su hora de explosión a la hora en que los demás toman café conmigo y ella no está presente porque tiene el primer lugar entre las resentidas.  Pero así y todo de buena gana me casaría con ella, aunque fuera uno de los peores cataclismos del mundo porque no le gusta la música de Dulce Pontes pero sí los puentes de París.  Por eso he decidido que será mejor llevármela a tomar café conmigo a un lugar donde nadie nos conozca para que nuestro libro no se gane el título de rufián, y yo pueda seguir como artista de la plástica.  Ésta vez fabricándole una gran cama con nuestras propias ilustraciones para no tener que perdonarle nunca más su sopa de llanto; y nuevamente agradecerle -por esta vez- que no me vuelva a caer haciéndole el amor del lugar donde soltó ya para siempre su antigua vida de dolor, que ahora es tan viva, tan animada porque se encuentra embriagada con toda su razón.  Por supuesto, sin miedo.

 

 

 

ESCRITORA, IDANIA  BACALLAO ITURRIA

CUBA. 2013

 

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