SECRETARIAS SIN OFICIO EN CUBA

NO CABE DUDA

Para que Niurka se encuentre

 pastando en su y con su sol de mediodía.

                                 

                                Era una manada de caballos blancos, y   

                                                 estaban pastando en nuestro jardín.

                                                              -Raymond Carver-

 

 

Duda alguna no cabe que este es un país muy tradicional.  Aún más si se habla de un tema tan abrasador como lo es las secretarias.  Esas jerárquicas mujeres que sacrifican el todo por tal de mantener una imagen similar a cualquier espejo: inmaculada.

El legado histórico de este país tiene mucha distinción con ellas.  Es como si existiera alguna influencia apoderándose de la tierra para nombrarlas reinas cubanas.  Esas estupendas mujeres que desechan el desayuno de sus hogares para entrar lo más temprano posible a su puesto de trabajo y allí, solo allí desarrollar sus habilidades culinarias como ofrenda patriótica al jefe; ese único hombre que también es un heroico, un ganador de todas las peleas de la vida.  Un tipo como ninguno: intachable.

Esto solo sucede en Cuba, aquí el celo de las tradiciones es casi religioso.  Ya lo vemos en este pacto de sangre que firma –desde el inicio-  la secretaria con su jefe.  Ese tipo que ella ya lo tiene como suyo, algo que no apareció a la edad de los 30 ó 3l años sino que llegó en el preciso momento en que ella hizo su aparición en la tierra –tierra cubana, por supuesto-

Esta tradición es un menú selectivo, algo que nadie puede traicionar mucho menos si se hace especulando.  Agredir a una secretaria en este país es como admitir que el jineterismo le aporta a esta tierra un alza a la economía.  Cosa ésta que hay quien la echa a andar muy a menudo.  Asunto éste que no es nuestro porque no es una característica fiel de una secretaria; aunque han existido algunas que para mencionarse más que las grandes estrellas de cine han optado también por lo que la chusma, la escoria, la gentuza nombra como putas.

Pero una puta, qué es en sí una puta.  Un talento local, un alma destrozada, una antiamericana… O simplemente es aquella secretaria que para premiar con creces y optar por un primer lugar ante su jefe, también hace el papel sacrificado de los premios de primera instancia: los cien dólares por compañía nocturna.

No son “Cien Años de Soledad”. Si los comparo con Macondo es un gesto de desamparo que no se debe ni recordar porque aquí al Gabo se le olvidó ser un compatriota tradicionalista, le faltaron las secretarias.  Esas nalgas pálidas y pocos durmientes que vemos en la cotidianeidad como la única mujer que nunca jamás abandona a su jefe.  Su jefe para ella es Dios; mucho más si el jefe es un hombre comprensivo, dadivoso y solo le manifiesta asuntos de trabajo cuando están rodeados de personas tan trabajadoras como son sus compañeros.  O sea, los súbditos: micro escenas, productos del sudor; cuando ellos, el jefe y la secretaria están a solas.

Porque este momento ya existe, la soledad de ellos ya la tienen; inclusive usan un código muy responsable que es el de descolgar el teléfono con la mayor seriedad posible para que se deshaga de inmediato alguna discusión o queja airada sobre un trabajo determinado.

Indudablemente el uso de la farsa y la burla es un dulce en estas escenas tan prototípicas del oficio.  No lo podemos pasar por alto; el exquisito aplomo que mantiene una secretaria ante una platica  telefónica es más que distintivo.  Su voz toma un acento metálico y con un connotado discurso enuncia cada situación de su puesto de trabajo como si estuviera representando por sí sola –y hasta sin su jefe presente-  una acuarela de Lam.  El procedimiento es notorio; temporalmente los infinitos conflictos del trabajo se tornan escenas de exquisito aplomo; y hasta existen momentos que la secretaria recibe sus felicidades.  Enfrascada tan arduamente en su trabajo y estilizada totalmente en el manejo de la multitud, no cabe duda que el primero que le regala dichas felicidades es su jefe; que con su sonrisa viscosa le entrega unas florecillas hurtadas del mismo cantero que él mandó a sembrar mediante una exhortación de memorándum que escribió dicha secretaria, con unas descripciones tan excelentes que sus compañeros lograron de una tierra no virgen una proyección pictórica preciosa.  Un edén casi irremplazable en el centro de trabajo.

Después de un intervalo de varios meses aconsejado por la secretaria, el jefe indicó el lugar donde se sembrarían las refulgentes florecillas: debajo de la ventana de su despacho.  Allí, desde el punto de vista cognoscitivo sería un desarrollo muy amplio para la percepción interna de los trabajadores.  Los vértigos, abstracciones, dilemas,  e irreverencias serían absorbidos por las flores de vanguardia que aportarían con sus vistosos colores una paz de espacio y tiempo con incisiva nitidez y profundidad.  Nuevamente la secretaria se enfrentaba ante todos con su visión artística y su experiencia enriquecedora.  La tradición ahora es un fenómeno transcultural, y no queremos dar por sentado que la secretaria es una vivencia de la transculturación.  Son sus hechos –ya relevantes- los que la encaminan a despertar en algunas asfixias, en otras envidias y en otros la omnipresencia.

 

El Dios mujer que ha llegado con su compenetración y simultaneidad a circular como el soplo y la llama de la vela.  Juntos, sin dejar espacio para otra creatividad artística que no sea la de ella.  O en este caso también la del jefe que la apoya por tradición.  En este país es evidente el predominio de estas raíces.  La secretaria es una persona en marcha con un jefe inmóvil ante sus mecanismos de presente vivo; de percepción interna de tiempo y espacio.  Aunque lo tradicional de la secretaria es agrandar la estética futurista, engendrando impetuosos ingenuos que ingeniosos. Esto es aludiendo a esos desventurados envidiosos que con sus accidentadas influencias critican hasta la epidermis de la secretaria.

Una epidermis que se lava con tendencia de espejismo.  La limpieza de su cuerpo es como si fuera un cuadro esbozado para la dar la sensación de tener su alma como su cuerpo: blanco-uniforme en sus carnes. Partiendo de la práctica de recibir el regalo mensual tan estimulante que le hace el jefe por su tierno drama de cristalizar el puesto de trabajo con su presencia: una jaba de estímulo.  Algo que irradia ideas, visiones y posibilidades inusitadas.  De esa jaba con su forma indefinida brotan las más extrañas sugerencias; desde subir desde el fondo del alma humana hasta la reproducción material de una situación engorrosa dada en el puesto de trabajo, y solo en dicho puesto de trabajo.  Estas situaciones son las que hacen una tradición que anuda voluntades en la secretaria; y mantiene a todos con una fantasía ilimitada.

Tanto es así que mi vecina Estrella se ha unido a estas condiciones tradicionales para aceptar de inmediato una plaza de secretaria.  Unas leves palpitaciones como prueba de que viviría una vida totalmente ajena a la que tenía le agolpaban el pecho a cada instante.  Había salido de todo; del tiempo que se negaba, de su primera aspiración (que solo ella recordaba), de estados acrónicos, de atmósferas congeladas para adentrarse en su acontecimiento como un fenómeno espacial: ella también sería secretaria.

En su idea grandiosa, Estrella hizo dejación hasta de lo más alienado que puede conocerse: -su propia vida-.  Y disfrazada con la imagen del pobrecita, qué buena es ella entró a su puesto de trabajo.  Constituiría la luminosa alma de la fuerza directriz de su jefe.  Como una irresistible necesidad de su formación no excluye a nadie de sus compañeros, menos aún ese sentimiento de fidelidad; al genio de la raza cubana que se le propone como jefe.  Un hombre identificado como un modelo extraño de comportamiento; pero en este país un jefe es el genio de la raza que lo impone como refundición de los aspectos necesarios de su formación.  Sangre de hispania fecunda, espíritu de legado de sus ancestros.  El jefe de Estrella tiene porte. Estrella ha producido sus mejores frutos y ha encontrado su más auténtico porvenir: -un jefe que completa la obra de su generación-.  Un jefe que tiene un origen, una lengua, una costumbre y una religión… y la unión de estos vínculos se llamarían Estrella.  Esa intensa y profunda combinación creadora que fértil y sumisa había llegado con una gran aspiración: -ser la secretaria modelo-.  En virtud de la historia y las condiciones reales de su pueblo y sus tradiciones.

Estrella respirando su interior ya presentido dejó hijos, marido y hasta al padre para unir su salvaje deseo al oloroso rostro que su jefe después de afeitarse traía como un aroma ambiental, sembrando su existencia gubernamental en una Estrella que ya formada en tradición dejó su falda colgada en una silla, y atrapó como una centella la mayor oportunidad que tenía de hacerse una profesional: el lugar donde las piernas del jefe se abrían en un compás de abanico debido a su terrible dolor de cabeza mensual.

Allí Estrella hizo un letrero de tradición con sus ojos famélicos cuando vio rugir ante ella una torrecita de luz humilde y de poca intensidad, pero ella ya ardía buscándose su propia tradición en la patria de los mayores valientes, y oteó los sabores del aliento de desamparo que cuidadosamente entraba ya en su boca para aquietarse como quien obedece un día de cumpleaños.  Serena y cuidadosamente sacó su néctar oculto de un pecho perfumado para que los rastros de la ferocidad inocente terminaran allí como una campana de cristal que bautiza a sus santos cuando sin mucho latir ni mucho equilibrio se abrió de pronto su pila de agua para regarle sus girasoles; quedando ella como un valle bautizado que bebe sus mieles con mucha ansiedad, refortaleciendo así su condición de secretaria, que ahora ya realzada como una flor en el nuevo cantero apuntaba hacia la otra tradición que la tierra traía, un Adán y una Eva contemporánea que para no confundir el trabajo con la cotidianeidad muy a menudo se comen juntos las manzanas que traen al comedor de la empresa, después que la propia Estrella hiciera toda gestión para que llegaran a tiempo, y los compañeros estuvieran complacidos dando hasta el último esfuerzo en el trabajo para ser un centro ganador de la emulación del año.  

 

 

 

ESCRITORA, IDANIA  BACALLAO ITURRIA

CUBA. 2013

 

Category: 0 comentarios

0 comentarios:

Publicar un comentario